26.1.11

Eternos potenciales

La muerte funciona como todas esas promesas que no puedes cumplir, de las que sabes que si se realizan lo harán por pura casualidad y no porque realmente tú hayas tenido nada que ver en el proceso -por mucho esfuerzo que hayas puesto-.

Las Leyes Físicas pueden cambiar a lo largo y ancho del universo: Einstein se equivocó.
Lo leo en NewScientist y parece que sólo se trata de una posibilidad a tener en cuenta, así que si decido creer en ello lo hago porque me da la gana, igual que el físico alemán cuando formuló lo que al principio nadie consideraría más que como hipótesis. Igual que quienes convirtieron sus palabras en teoría y posteriormente en Ley.

Creyentes. Mírate. Mírame. Míranos. Creyentes.
Creemos en Einstein y en la inmutabilidad de las Leyes Físicas y en la Muerte. Creyentes.

«Soy inmortal hasta que se demuestre lo contrario», afirma cierto anónimo atribuido en ocasiones a Groucho Marx, que aparentemente murió pero de cuyo fallecimiento ninguna conclusión extraemos: se demostró lo contrario, sí, esa vez, pero habría que ver si podríamos repetir una sentencia como ésta con una convicción tal que nos permitiese comprobar por nosotros mismos si "lo contrario" se demuestra o no se demuestra.

Sólo los necios que creen en la muerte sufren sus consecuencias, repite en una taberna un personaje de Sandman, al cual Muerte y Sueño, hermanos, encuentran tan divertido que le permiten aquello de lo que tanto fanfarronea y éste, disfrutando y padeciendo fortuna y penuria por igual con el paso de los años, de vivir nunca se cansa.

Secreto pánico, inquietud disfrazada de sutil indiferencia, pavor; la muerte, una nube negra individual y colectiva, más o menos gorda y amenazante según la perspectiva de cada cual pero omnipresente e imbatible, y aún alguien diría que no la teme, cumpliendo con lo que Tyler Durden exhortaba a su compañero narrador en Fight Club: «tienes que saber, no temer, saber, que algún día morirás, y hasta que no sepas eso eres inútil».

Proclama vitalista donde las haya, contenía una revolución dentro: no hay redención, no hay salvación, en cualquier momento todo se acaba, déjate la piel en lo que hagas y no mires atrás, porque de todas formas vas a perderla y mejor que suceda exactamente como quieres. Sin miedos, sin excusas.

De nuevo, en cualquier caso, la consigna nos situaba en un universo estático, ante un horizonte fijo: tras ese camino, aparentemente recto, para todos un término inexorable en que nos deshacemos para siempre y la conciencia se evapora, deja el cuerpo, desaparece.

No hay final, no obstante: ¡Todos, aquí y ahora, eternos potenciales! ¡Dioses invencibles! ¡Espíritus inagotables!

La existencia se piensa y expresa a través de nosotros en este mismo instante y nunca dejará de hacerlo -sencillamente no puede suceder-; destellos de un Infinito en movimiento, podríamos vernos como constelaciones pero miramos hacia afuera -como si entre "afuera" y "adentro" mediara ruptura alguna- y nos vemos pequeños, diminutos: moriremos algún día, le decimos a los mayores, que asienten, los mayores asienten, henchidos de orgullo por vernos comprender. Que no nos engañen, digo, ellos tampoco tienen la más remota idea de qué pasa, de qué va a pasar.

Más allá de cualquier pretensión de denunciar ironías tales como dejar de fumar o procurarnos una alimentación más sana mientras nos abandonamos a ritmos diarios que no nos satisfacen en absoluto, la advertencia de este artículo no aconseja, sólo sugiere, ruega:

No construyamos el techo bajo a propósito con el fin de poder seguir quejándonos de cómo choca nuestra cabeza contra el mismo cada vez que intentamos mirar el cielo. Χαλεπὰ τὰ καλά, lo hermoso requiere riesgo y si nos cubrimos y protegemos mejor hacerlo sabiéndolo.

La nuestra sí se llama "historia interminable", y la escribimos a cada paso que damos, no le pongamos nosotros un punto final que no necesitamos.

Artículo escrito en E[spa]-prime, respetando citas originales.

1 comentario:

  1. Somos enerxía eterna manifestándose, que máis se pode pedir ao mundo neste momento? Acabou a era dos desenganos e da contención. Non apaguedes o lume, deixade que vaia todo por fóra!

    ResponderEliminar