Lotta paseaba. Iba de librería en librería buscando un regalo para su querida amiga Tita. Tita tenía como cinco años o algo así.
Lotta miraba por todas partes y veía un montón de cosas. Todo tipo de libros con dibujos. Algunos le parecían más bonitos, otros un poco subnormales. Pronto encontró, sin embargo, un patrón: casi la mitad de los artículos de lectura para infantes poseían una característica común, a saber, trataban sobre el excremento, el acto de defecar, la caca y la mierda, la orina y el pipí.
Tras unos instantes de aumento de la temperatura cerebral por el esfuerzo mental, Lotta quedó perpleja y ahogó un ¡Eureka! cuando una bombilla se iluminó en su cabeza de repente. ¡Claro!, dijo casi para sí misma.
Las madres y padres solían reñir a sus hijos por charlar abiertamente y en profundidad sobre la expulsión de desechos biológicos, cosa acerca de la cual los niños disfrutan conversando día y noche, sin descanso. Achacándoselo a su condición de inmadurez circunstancial, la gente los regaña como disculpándoles por una tara inevitable propia de su edad. Sin embargo, Lotta acababa de averiguar la verdadera causa de todo este sospechoso asunto: el tema principal de la literatura de los más pequeños se centraba alrededor de este fregado tan peliagudo. La basura orgánica expulsada por ano y genitales no provocaba en ellos mayor fascinación que la Catedral del Mar, los Pilares de la Tierra o los libros de auto-ayuda, entre otros, para sus parientes más mayores.
¡Cagar y mear significaba a la literatura pop infantil lo que para adolescentes y adultos esos libros sobre vampiros amanerados que brillan, se maquillan, follan sin parar y padecen graves desórdenes emocionales!
Por eso Lotta quedó perpleja y ahogó un ¡Eureka! y dijo ¡Claro! casi para sí misma. Porque lo supo, paseando buscándole un regalo a su amiga Tita, lo supo. Supo que aquellos párvulos, que tan despreocupadamente comentaban sus últimos cagarrones y meadas con gran detalle, poseían un grado de intelectualidad comparable al de aquellos adolescentes y adultos que les reprendían por su actitud y debates.
De otro modo, concluyó finalmente Lotta, no habría manera de comprender por qué los escritores de obras que emplean la mierda como principal leitmotiv escogen como target comercial a los más jóvenes de entre los humanos.
Y así, muy contenta por su hallazgo, Lotta marchó dejando para otro día su alegre misión.
Control de esfínteres? É así como se di na linguaxe do poder? Poi si que...
ResponderEliminar¡¡Pues, vaya caca!! :D
ResponderEliminar