Estamos sentados en un café, tras haber tomado el sol tumbados sobre el muro de la catedral en Mallorca. Lotta habla:
Ahora mismo tengo un poco miedo al futuro y, a la vez, me siento muy despreocupada.
Mirándola fijamente a sus ojos de azul pálido galáctico, absorto por su belleza irrepetible, le respondo:
Eso es que estás ante las puertas del infinito.
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