11.1.11

Viaje vs. Turismo



El viaje es un continuo descubrimiento, único e irrepetible.
Mientras la Real Academia Española lo define genéricamente en su Diccionario como trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por cualquier medio de locomoción, para el viajero cada detalle, cada suceso, cada encuentro, es completamente personal e intransferible. Exclusivo. Nadie ajeno a ese fragmento concreto de espacio-tiempo será jamás partícipe de una experiencia similar.


Para el turista, sin embargo, no está permitida la sorpresa: como evidencian las palabras de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (autoridad incuestionable en la materia) al respecto, el turismo comprende el conjunto de actividades que realizan los individuos durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período consecutivo inferior a un año y mayor a un día, con fines de ocio, por negocios o por otros motivos, en una definición que no deja espacio para muchas dudas.

Todo lo que aparece ante los poco entrenados sentidos del turista ha sido ya preconfigurado y programado por otros para su consumo. Para el suyo y para el de quienes son como él: así el placer es suministrado, en serie y casi sin matices, se trata de un producto prefabricado y sin más mérito que el de su rudimentaria y pobre concepción.
Siendo la industria del ocio uno de los pilares básicos del omnipresente imperio de la mercancía no cabe la improvisación ni el misterio: lo que se expone es lo que hay, y cuesta dinero.
La experiencia individual casi anulada, si no totalmente mutilada.

El viajero es semi-nómada, lleva el sendero dentro y nunca deja de seguirlo. Permanece en cada enclave sólo el tiempo que su ser le requiere: ni más ni menos. Decide en cada momento cuál es su hogar y dónde está, y hacia él su entrega es absoluta. Su peregrinaje incluye el lugar en que nació pues, como ya sabe, nada para nunca de cambiar.

El turista es un sedentario insaciable. Incapaz de acaparar el mundo entero en su sótano y ansioso de almacenarlo al menos en sus recuerdos -como si esto fuera posible-, se lanza a la carrera de verlo todo, de probarlo todo, de fotografiarlo todo, de grabarlo todo, de guardarlo todo.
En raras ocasiones se percata de su condición indiscreta de voyeur desvergonzado: es un profanador de tumbas pues para su disfrute todo lo que se le ofrece ha sido previamente asesinado.

No hay confusión posible: el turismo no es más que la conversión de otro aspecto más de la vida humana -el viaje- a elemento económicamente funcional y útil, con todo lo que ello significa.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo y muy bien planteado. Claro que la definición que se dá del VIAJE TURÍSTICO, inferior a un año y superior a un día, podría valer para casi todos los viajes posibles, verdad?

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  2. Yo me pregunto por qué justo inferior a un año y superior a un día...

    ¿Se sentirá uno distinto cuando de repente pasa más de 365 días exactos en algún lugar concreto por esa misma causa en particular? Deben ser apasionantes esos últimos instantes en tierra extranjera, experimentando la conversión en nativo o yo que sé qué.

    ¿No es viaje aquel que pasa en un tren tres horas para charlar con alguien en la cafetería de alguna estación pero que en el mismo día coge otro para regresar al lugar del que vino?

    ¡Extrañas cuestiones difíciles de resolver que con total seguridad sólo la OMT podría solucionarnos!

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  3. El viaje del párrafo intermedio es flipante! Orola realizó uno parecido hace ya tiempo y le quedó una sensación muy rara, muy rara. Desde luego si pasas más de un año en un lugar, creo que te puedes considerar nativizado por derecho camarón.

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  4. Podríamos entonces tener en cuenta otros viajes realizados por un tiempo más corto a un mismo sitio varias veces durante la vida. ¿Será algo acumulativo? Quiero decir... ¿si sumas más de un año de estancia a la larga en alguna parte, te vuelves nativo también?

    Me ha gustado lo del derecho camarón, tienes que explicarme más.

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  5. Cada quien es nativo del lugar que ama

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  6. ¡Vaya! Sobre eso no puedo replicar nada.

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