El liceo en llamas, así lo mantendría siempre. Ni totalmente arruinado ni funcionando correctamente... con todos esos estudiantes -complacientes y complacidos-, con las cotidianas y condescendientes palmaditas en la cabeza como a perros obedientes -y con las respectivas galletitas de premio-, con las sonrisas de civismo, con la auto-inculpación responsable y el sometimiento voluntario.
Una rebeldía controlada, desarmada. Un saber inerte, fosilizado.
¡Fuego a las escuelas! ¡A los institutos! ¡A los colegios y las universidades!
Especialistas del pensamiento pretendiendo crear pensadores profesionales. Mentes autónomas wannabe, disfrazadas de certeza pero hundiéndose en la peor de las confusiones: la de creer que "se sabe algo", aún a pesar de no llegar a aprehenderlo.
Los ciudadanos más sumisos se encuentran en las filas de los más aparentemente críticos. Desciudadanicémonos ya.
Hágase tu voluntad.
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