Hay pasión
no hay redención
porque no hay buenos ni malos.
El mundo simplemente discurre
entre pugnas de intereses (sorteándolos o no).
Sólo tenemos que saber
si queremos el vacío y la tristeza
de una sociedad de extraños
de muertos de cáncer
de dolores de cabeza
de asfalto y desierto
de desequilibrio ontológico, es decir, de extinciones de todo lo que no sea humano o capaz de soportarlo.
La elección, en cualquier caso, es egoísmo.
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