28.3.11

Recuerdos a la deriva II

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Cuando cerramos los ojos contemplamos el verdadero aspecto del tiempo y el espacio.
Desde la suficiente distancia, se nos ve formando parte de un organismo más grande.

No percibimos el cambio hasta que su acción devastadora roza de cerca alguno de nuestros pilares fundamentales, pero todo viene de antes. El cambio se va produciendo constantemente, derrumbando todo lo que intentamos mantener estable contra su naturaleza voluble.
Una vida más consciente nos convierte en guionistas de los acontecimientos que la forman.
No podemos vencer a los dioses: se vencen ellos mismos al transmutarse para contactarnos.
Un momento de clarividencia particularmente fuerte da lugar a los llamados déjà vécu.
Sólo el movimiento evita el estancamiento: no te gires sólo a ti mismo, gira con todo y, si todo gira contigo, te propulsarás hasta el infinito.


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