27.6.11

Feingefühl

Que no te importe. Que sepas, en el fondo de tu corazón, que las acciones de los demás les pertenecen.
Que las aceptes. Que consigas asumirlas como ajenas. Lo que hagan los otros es cosa de ellos.
Quien te causa daño a propósito, quien te traiciona, se denigra a sí mismo en primer lugar.

Ni siquiera la decepción debe afectarte. No dejes al cinismo corromperte.
Lo hermoso existe. Pero no todo el mundo consigue mantenerlo.
No siempre permanece.

Las relaciones poseen un importante factor inconsciente pero, sin la parte consciente, sin el esfuerzo, la voluntad, la idea de saber que hacemos lo que queremos estar haciendo y no otra cosa, sin nosotros, mueren.

La idea de que las relaciones deben mantenerse por sí mismas, como si bastara con dejarlas corretear libremente sin preocuparse por ellas, resulta tan absurda como el otro extremo -tan propio de nuestra sociedad como el primero-, de que, para que funcionen, se requiere autoridad e imposición. Al igual que con los niños, las relaciones entre personas son criaturas maravillosas. Desidia o totalitarismo, dicotomía de imbéciles; se trata, en última instancia, de cuidado. De saber prestar la atención y el cariño necesarios para que todo funcione.

Luchemos por lo que amamos que, en el fondo, no es más que luchar por nosotros mismos.
Quien puede traicionar lo que ama, se traiciona a sí mismo y por tanto es suyo el fallo.
Y esperemos que, con suerte, logre algún día superarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario