Me cuesta el agua como la guerra, pero me da resultados.
No como la guerra.
Me aguanto hasta darme cuenta de que lo elijo yo,
personalmente,
el aguantarme,
porque soy yo quien quiere quejarse.
Alguno diría quéjate entonces.
Pero lo hago a menudo sólo porque si,
por quejarme y punto.
El fuego derritió el hielo y al fin,
a pesar de todo,
me siento líquido:
lo he deseado toda la vida.
Arder ha tenido sentido pero,
es momento ahora para otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario