21.12.10

Grbts-ccdnts

El último viaje de vuelta a casa salió justo al revés, acabé colgado boca-abajo de una palmera con el maletín enredado a mi corbata de seda de los gusanos de seda más gordos del continente asiático mientras...

Un segundo, que termino de hacerme el porro, porque veo que esto va a requerir agilidad..., dijo la joven muchacha mientras me observaba de reojo, ¡mis gritos de auxilio habían servido de algo!

Mientras me retorcía veía como ese pobre hombre colgaba de la palmera gesticulando, abriendo la boca, incluso se le hinchaba la vena del cuello, pero yo no podía oír nada...

Gracias a Dios ella, aunque tímida, con su natural empatía, sabría perfectamente qué hacer para ayudarme, pensé.
Y seguí pensándolo, pero no ocurría nada...

Seguía mirándole, pensando que tal vez podría hacer algo... pero no se me ocurría nada. Y bajarle de la palmera no era una opción, pues no se suele ver todos los días a un hombre boca-abajo. Me resultaba angustiante a la vez que cómico.

Cuando, de repente, me caí al suelo de cabeza, atraído como por una fuerza COMPLETAMENTE DESCONOCIDA, además de mi pesado maletín, y mientras masticaba una deliciosa pero inapropiada enorme cantidad de arena, la oí reírse mucho.

Esa chica tenía sentido del humor. Más que yo, de hecho. Al menos en esa situación en concreto.

Al verle caer no pude evitar una carcajada que resonó en toda la estación, el tiempo se paró por varias milésimas de segundo. Todos me miraron.

Era un detalle que fuera la única, entre tanta gente, que hubiera acudido a reírse de mí.
Me había cautivado absolutamente y yo tartamudeaba sin saber qué decir.

Sentí verguenza, pánico. Me miraban buscando una respuesta, como si todos estuviesen esperando a que yo dijese algo.

La chica parecía asustada, así que me pareció muy racional agarrarla de su chaqueta justo antes de que... bueno, sólo ella podría ponerle fin a esta historia...
...pero pensaba llevármela a contar frailes.

Justo cuando iba a abrir la boca para pronunciar las palabras que los allí presentes estaban esperando oír, sonó un pitido, apareció el tren y sin apenas darme cuenta el hombre invertido me había agarrado de la chaqueta y me había arrastrado con él a un vagón.

La chica estaba dentro, conmigo, muy seria. Yo sólo quería saber qué estaba pensando ella...

Estaba sentada, y tranquila. Era extraño, pero no me daba miedo.
Me estaban secuestrando pero era un secuestro pacífico. Nadie decía nada.

Empecé a preocuparme porque tuviera hambre así que me saqué un bocadillo de la chaqueta y se lo ofrecí. Aún estaba caliente y envuelto en una servilleta un poco aceitosa. Estaba seguro de que ella no tenía nada que hacer en esa estación fea y roñosa llena de arena y palmeras que acabábamos de dejar así que le propuse viajar a Nuevo Nuevo Nuevo México, una isla redonda en mitad del Pacífico donde las casas tenían forma de plátano rojo hexagonal.

2 comentarios:

  1. Es un trozo de alguna novela?

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  2. No, señor o señora Ttsgrdns... Es una conversación que yo, Khuai-i-Eszmaill tuve el otro día con una amiga...

    Quizá las acciones descritas no sean DEL TODO verídicas, pero la conversación transcurrió tal y como la he transcrito.

    Gracias por su atención y un abrazo para usted y toda su familia, señor o señora.

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