21.12.10

| SILENCIO |


Nuestros amigos filósofos arguyen que el mayor problema de nuestra sociedad es que nadie en ella se para realmente a pensar sobre lo que acontece a su alrededor.
Que las personas, los miembros de dicha sociedad, en general, no piensan.
Y normalmente quienes argumentan de este modo suelen dar por hecho que ellos mismos sí que lo hacen; pensar.
Y de esto no les cabe ninguna duda. Ni a nosotros tampoco.

Porque pudiera ser que tuvieran razón. Pero también pudiera ser que no.

Pudiera ser que todos los de ahí fuera, justo al contrario de lo supuesto anteriormente, no parara de pensar. Que pasaran la mayor parte de su vida pensando.
Pensando en sus estudios, en su trabajo, en las prendas con las que van a disfrazarse para salir al mundo exterior diariamente, en la programación televisiva de cada canal, en las vidas de otros -salgan en televisión o no-, en los resultados de los partidos entre equipos de algún deporte mayoritario o minoritario -según el caso-, en su cita con la peluquería, en el aniversario de su relación sentimental y/o conyugal, en la relación sentimental y/o conyugal de cualquier otra persona de su alrededor o que salga por televisión, en el coche, en los accesorios del coche, en la reparación del coche, en el seguro del coche, en un nuevo modelo de coche, en el piso, en la hipoteca del piso, en los muebles del piso, en la pintura del piso, en la limpieza del piso, en la posibilidad de que te roben el piso, en un nuevo piso y en definitiva, en multitud de cosas muy seguramente imprescindibles.

Esas personas están pensando. Nuestros amigos filósofos tienen razón en una cosa: ellos mismos piensan.
Pero están equivocados en otra: todos los demás también.
Y tanto ellos como los demás están pensando en cosas tan importantes como banales, según a quién  preguntes -aunque un dato bastante comprobado es que todo el mundo suele considerar como innecesario o estúpido el pensamiento del otro y como interesantísimo el propio-.

Tal vez, por tanto, el mayor problema en nuestra sociedad no fuese el hecho de que sus miembros, en general, no piensen.
Tal vez el mayor problema en nuestra sociedad sea el hecho de que la gente, en general, piensa demasiado.
Y en demasiadas cosas.
Todo el tiempo pensando, pensando, y pensando.
Ruido, ruido y más ruido.

Y el corte de electricidad repentino producido por las obras públicas o algún que otro altercado, que apaga súbitamente la televisión, o la radio, o la videoconsola de última generación que sustituye mancharse de barro o cualquier otra sustancia indeseable en la puta calle, o de lo que sea, no desemboca más que en pánico y desorden absolutos.

Tanta oscuridad, tanto vacío, tanto silencio, ¡y sin nada con qué rellenarlo!

Por eso quizá el mundo debería callarse.
Y aprender a estar en silencio consigo mismo. A solas.
Enfrentándose a la oscuridad. Enfréntandose al vacío. Enfrentándose al silencio.
Y sin nada con qué rellenarlo.

Mirando al abismo a los ojos...
...y sin miedo a contemplar devuelta la mirada.



| SILENCIO |

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