3.10.11

La parábola del Gong (The Black Iron Prison)


Había una vez un joven Discordiano llamado Vara de Oro. Tempranamente, en su iluminación, se preguntó en que estación estaba su país.

Quizá fuera ésta la estación de la Discordia, en la cúspide de Burocracia. Sin duda, el Orden crecía hasta niveles nocivos.

O quizá fuera ésta ya Burocracia, en la cúspide de Consecuencias. Sin duda,  el Desorden crecía hasta niveles muy desagradables.

En su búsqueda de Una Respuesta, Vara de Oro se encontró con el monje Discordiano Sin-pantalones. Sin-pantalones moraba en un sótano porque hubiera sido obsceno para él salir al exterior. Vara de Oro se liberó de sus leggings y descendió por las escaleras.
Abajo, Sin-pantalones se sentaba sobre un cojín en la posición de loto.

“Mi sabio amigo Sin-pantalones, he venido a hacerte una pregunta”, dijo Vara de Oro, “¿qué es la Burocracia?”

“En India”, dijo Sin-pantalones, “atan elefantes a árboles usando cuerdas finas. Un elefante podría, fácilmente, romper la cuerda, y aún así permanecen allí atados. ¿Por qué piensas que ocurre así?.”

Vara de Oro se rascó y se encogió de hombros.
“Cuando el elefante es joven”, comenzó Sin-pantalones, “es demasiado d´bil para romper la cuerda. Lo intenta, pero finalmente acaba dejándolo. Cuando el elefante crece, no intenta soltarse de sus endebles ataduras porque cree  que fallará.”
“Así que la cuerda no es lo que mantiene al elefante en su lugar”, dijo Vara de Oro, entornando los ojos hacia Sin-pantalones. “Eso es muy interesante pero, ¿qué tiene que ver con la Burocracia?”

“La Burocracia”, dijo Sin-pantalones, “es esperar a que el semáforo cambie de rojo a verde a mitad de la noche cuando nadie viene”.

A través del tiempo y el espacio, sonó un gong.
Vara de Oro dejó el sótano y regresó al mundo real, bastante confuso. Mientras conducía de vuelta a casa, se saltó cinco semáforos en rojo. Su alegría crecía con cada uno de ellos. Hacia el final de su viaje se reía como un imbécil por su libertad recién descubierta.

Años pasaron y Vara de Oro continuó su viaje hacia las Consecuencias. Ignoró las señales de STOP, se saltó los semáforos en rojo, y abrió la capota del techo de su coche a pesar del peligro de desprendimiento

“¡Misericordioso tarado!”, gritó Bung-Fu el Idiota agarrándose al tablero de mandos.
“¡Vas a conseguir que nos matemos!”

“¡Tonterías! ¡Me he auto-emancipado de estas mundanas leyes de tráfico!” cacareó Vara de Oro. “¡Soy un presagio de las Consecuencias!”

“¿Siempre conduces así?”, dijo Bung-Fu abrochándose su cinturón de seguridad.
Vara de Oro asintió. “Siempre"

Mientras tanto, el monje Sin-pantalones iba rodando su gong por la calle hacia su sótano. Pacientemente esperó a que el semáforo se pusiera en rojo, y entonces empujó el voluminoso instrumento de percusión a la carretera.

La colisión hizo el sonido exacto de la iluminación.



Extraído (y traducido) de The Black Iron Prison.

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