29.12.11

A mis ojos, un cadáver


Con tus ideas de panfleto, con tus chascarrillos de citas de autores que escribieron libros que no has leído, pero cuyo contenido habéis masticado tú y tus compañeros y camaradas de bar en bar, de manifestación en manifestación, en el sindicato o en la asamblea o en la reunión política de turno, me sacas media sonrisa. Con tus críticas y sarcasmos rimbombantes, que nada saben de mi trayectoria ni de la de nadie, pero que tampoco nada necesitan saber para sus juicios apresurados y patéticos, me dejas frío. Me acuerdo de la pasión y el empuje que solía animarte, de las que no queda nada, y me entristezco.
Te miro y no te reconozco.

Como sintonizado en un canal de radio que no emite más que interferencias; como esas teleseries de hace décadas que siguen formando parte de los huecos de la parrilla televisiva habitual una y otra vez, sobre cuyos actores protagonistas sabes que en la actualidad habrán ya fallecido o resultarán físicamente irreconocibles y que, por tanto, probablemente no saquen jamás algo nuevo a pesar de lo relativamente recientes y cercanos que nos resultan los tiempos en que dichas teleseries fueron rodadas; como esos marxistas trasnochados que se empeñan en interpretar la realidad contemporánea empleando el mismo enfoque anquilosado en los inicios de la revolución industrial -cuando el capitalismo aún no había diluido toda frontera externa o interna, corporal o mental-; así te veo.

A punto de nieve para estatua de sal, mi petrificado amigo, fantaseando con surfear sobre la cresta de la ola mientras el agua te inunda garganta y pulmones y te ahoga, lamentable.
Tanto tiempo tirando de tus cadenas sin romperlas, no has aprendido ni una sola palabra clave para zafarte de las cárceles, y de tanto girar sobre ti mismo no sólo no te has liberado sino que te has enredado más de lo que estabas. Las cadenas te queman ahora la carne y, de tan a flor de piel, se te han olvidado por completo. Te piensas producto último de la evolución y miras al otro -que es cualquiera- como menos desarrollado que tú. Esa paja que te parece ver en el ojo ajeno no es sino la tuya, demasiado crecida y grotesca como para identificarla como propia, una pena.

Y aún peor cuando me cuentas, exorcizándome de tu presencia que, por supuesto, formo yo parte de tu grupo electo de super-hombres satisfechos. A cada instante una mutación es mi camino, ¿qué puedo decirte? La autocomplacencia es el arma más eficaz de la que disponen los rivales de la libertad, el crecimiento y la autonomía personales, ¡no seré yo quien dé munición al enemigo!

No, debo decirte, cuando tratas de incluirme en tu equipo, rotundamente no.
A diario me dedico a deshacerme de mis reglas, de mis credos, creando nuevos; y dispongo de una ética situacional que se adapta a las circunstancias en lugar de pretender adaptar las circunstancias a ella misma. No soy por tanto ejemplo de coherencia ninguno, ni lo busco, por el contrario integro mis contradicciones, dándoles la oportunidad de expresarse como quieran.
Concibo mi verdadera voluntad como algo auténtico y oculto, enterrado bajo capas de opinión y parloteo mental inútil, de prejuicios sobre mí mismo y mis deseos, de fronteras y barreras que hasta el momento he mantenido: torres invisibles de vigilancia de un imperio despótico -no sólo global, también interno-, que yo dejé a sus arquitectos construirme dentro, y que custodié amablemente bajo cientos de soles y lunas, ahora las derribo.

Y tú, inamovible como roca, sintiéndote eterno por no percibir embate alguno de los que recibes sin parar; la erosión del inevitable cambio te desgrana y desmonta, no te darás cuenta y habrás llegado a ser una parodia de todo aquello que detestas, más estático y estancado que quienes te rodean y a quienes gastas tu energía en despreciar constantemente.
No obstante, sobrevives, me lo demuestras al cacarear consignas que yo mismo grité en muchas ocasiones, no recuerdo si comprendiéndolas o no.

Te pavoneas con sorna como si hubieras, sólo tú, mantenido una cordura que ni sabes definir, porque está claro que, de cerca, nadie es normal. Y me miras como si fuera yo, y no tú, quien desperdicia su potencial.
Adelante, sigue haciéndolo, no me inquieta. Tal vez sólo me extrañe la manera en que la historia que nos contamos, justificación de cada acto realizado y cada palabra dicha, pueda mantenerse con semejante aplomo, sin dudar ni un solo instante de que sea ésta éso, una historia, un papel auto-asignado -y confirmado externamente- tan manido como cualquiera de los otros que los demás, de nuestro equipo o no, se empeñan constantemente en representar, qué tontería.

No, en absoluto navegamos en el mismo barco, ¡me hubiera lanzado al agua de cabeza!
Me angustia ese momento cristalizado que representas con tu rigidez, negando el dinamismo de la vida, impidiéndola fluir a través de ti, transformándote en un coágulo hinchado de ego y obstinación resentida que, si no ha matado a nadie todavía de aburrimiento, se encuentra en vías de implosión.
Tus seguridades y principios estables, fijos, te hacen, a mis ojos, un cadáver.

Rásgate las vestiduras, sacerdote: deshazte primero de cada uno de tus dioses, para desprenderte luego de tu hábito: de tu condición de esclavo -y de tu moral de esclavo-.
Descúbrete moribundo, emergiendo del lodo pútrido de tus verdades eternas y respira, ¡respira! Anima tu cuerpo atrofiado, dándole la actividad que necesita, ¡lo está rogando!
Destierra para siempre cada ídolo, proclámate hombre libre, infinito.
No te arrepentirás como yo no me he arrepentido, aunque al principio cueste tanto.
Porque el camino que atraviesa el Abismo es el único que, tarde o temprano, nos vemos obligados a cruzar.
Mejor pronto que tarde, aún con fuerzas que convalencientes, ¿no te parece?

7 comentarios:

  1. Impressionant manera de descriure vides passades. L'esperit turmentat que descrius és el que a molts ens ha envaït en algun instant de la nostra vida.
    Tota una prova de foc que cal superar.
    Aprendre algunes lliçons que amb tota seguretat desestabilitzaran el més mínim intent de forjar un ego.
    Estimar la vida. No la pròpia, ni la d'un altre, sinó la vida, tota, fins la dels que causen malestar o sofriment.
    No aferrar-se a res, perquè tirar l'àncora és aturar el viatge. I quan un viatge s'atura, deixa de ser viatge.

    Ara, el que cal és no guardar cap tipus de rancor, ni odi, ni ànim de revenja. Només sentir que aquest tipus d'ànimes guiades per mapes borrosos, troben el seu camí cap a la llibertat interior i la felicitat. I continuar nosaltres amb la recerca del nostre, perquè de tempestes sempre se'ns presenten.

    Des de la calma, amb un somriure confiat d'esperança dibuixat a la cara.

    ResponderEliminar
  2. En general estoy muy de acuerdo contigo, pero hay ciertos puntos en lo que comentas en que difiero y me gustaría aclarar:

    "el que cal és no guardar cap tipus de rancor, ni odi, ni ànim de revenja."

    No veo ningún problema en esto, a priori. Ciertamente, una inadecuada canalización de dichos sentimientos puede llevar a la auto-destrucción, ya sea directa o indirectamente -por actuar irreflexivamente de forma que ello nos lleve a causarnos daño a nosotros mismos-.

    Al respecto de la felicidad: debo decir que cuando más "feliz" me siento es precisamente cuando menos pienso en ello. La felicidad, este sentimiento que para mí implica encontrarse en el lugar correcto en el momento correcto, nos sale al paso en el camino.

    Un fuerte abrazo, Kosmos.

    ResponderEliminar
  3. Personalment, el rancor, l'odi, la revenja... em fan sentir malament, a més de no tenir la mínima capacitat de solucionar el que ja ha passat.

    Pense que quan volem atendre a les exigències de les emocions esmentades, en realitat és l'ego que crida com un malcriat, suplicant que li facen cas, que li donen protagonisme. Deixant de costat la salut i benestar del nostre esperit, que pateix d'aquesta manera les fatídiques conseqüències produïdes per la persecució d'un pensament viciat.

    Per a mi, al capdavall, significa ser esclau d'emocions que cobren protagonisme, degut a hàbits agafats precisament per no haver-nos plantejat mai prendre el control de nosaltres mateixos.

    Ni què dir que "prendre el control" resta molt lluny d'alguna mena d'autorepressió emocional.

    D'altra banda, vull aclarir que aquesta no és més que la meua visió de les coses, que resulta tan natural com la de qualsevol altra persona.

    ResponderEliminar
  4. Se m'oblidava comentar el tema de la felicitat. Per a mi no és quelcom que es busque amb els ulls.
    El que descrius com a felicitat, jo, ho definiria com a plaers.

    Opine que la felicitat és un estat de benestar que té la capacitat d'impregnar cada part del nostre cos i cada instant de la nostra existència. Un estat que subjau en el nostre interior, i que, a diferència de la diversitat d'emocions (que tenen l'origen en infinites causes externes i de naturalesa variada i incontrolable), té l'origen en un element durador, que és la nostra ment.

    ResponderEliminar
  5. Ya que estamos tratando temas muy dispares, procedo a contestarte por partes, si no te importa:

    "Personalment, el rancor, l'odi, la revenja... em fan sentir malament, a més de no tenir la mínima capacitat de solucionar el que ja ha passat."

    Entiendo aquí que no rechazas tales cosas en general sino que, teniendo en cuenta tu experiencia personal, prefieres no mezclarte demasiado con fuerzas que, de algún modo, no controlas. Especialmente cuando dices "em fan sentir malament".

    El odio, el rencor y la venganza no tienen como fin último cambiar los hechos. O, al menos, no deberían -por lo que tú mismo has comentado de ser incapaces de cambiar lo que ya ha sucedido-.

    Desde mi punto de vista, estas son formas que adoptan ciertos impulsos internos -que surgen espontáneamente en todo ser humano como respuesta a unos estímulos-, al interactuar con un entorno que ha fallado a nuestras expectativas y/o deseos.

    Dicho de otro modo: cuando la vida nos juega una mala pasada, esto provoca una incoherencia entre lo que creíamos merecer y lo que hemos recibido. El odio, el rencor y la venganza aparecen como opciones posibles para restaurar el equilibrio.

    Del mismo modo que el "chamán" puede entrar en trance mediante el método inhibitorio (deprivación sensorial, meditación...), asimismo puede hacerlo mediante el método excitatorio (danza, excitación sexual...). Es decir, del mismo modo que podemos subsanar "errores en la percepción" como el comentado anteriormente mediante la búsqueda de la paz interior y el silenciamiento de nuestros impulsos instintivos más animales, podemos subsanarlos también mediante el uso y el abuso de tales impulsos hasta que, de puro agotamiento y catarsis, quedemos en paz con nosotros mismos.

    "Pense que quan volem atendre a les exigències de les emocions esmentades, en realitat és l'ego que crida com un malcriat, suplicant que li facen cas, que li donen protagonisme. Deixant de costat la salut i benestar del nostre esperit, que pateix d'aquesta manera les fatídiques conseqüències produïdes per la persecució d'un pensament viciat.

    Per a mi, al capdavall, significa ser esclau d'emocions que cobren protagonisme, degut a hàbits agafats precisament per no haver-nos plantejat mai prendre el control de nosaltres mateixos."

    De esto que has escrito me viene a la mente una concepción del "ego" y las "emociones" con que no concuerdo. Me hace pensar que existe un "centro" (nosotros en paz, libres de todo conflicto) y luego ese "ego" y esas "emociones", como perros que debemos mantener atados. Yo, por mi parte, no conozco centro ninguno más que el Ginnungagap o vacío creativo, la sopera repleta de posibilidades infinitas, chisporroteantes, dispuesta a ser pero aún a la espera de finalmente hacerlo.
    Por ello, cada emoción, cada impulso, cada instinto, lo trato como un Yo interdependiente del resto que necesita tanta atención como los demás y no dejo, de ninguna manera, que un gobierno despótico decida qué está "bien" y qué está "mal".

    "Opine que la felicitat és un estat de benestar que té la capacitat d'impregnar cada part del nostre cos i cada instant de la nostra existència. Un estat que subjau en el nostre interior, i que, a diferència de la diversitat d'emocions (que tenen l'origen en infinites causes externes i de naturalesa variada i incontrolable), té l'origen en un element durador, que és la nostra ment."

    ¿Estás seguro de que este estado interno no se ve, a su vez, potenciado por elementos externos? ¿No podría suceder que, en caso de que las circunstancias y el entorno cambiaran, éste se viera alterado por ello?

    ResponderEliminar
  6. El teu comentari es mereix una resposta també per parts... hehehe. Al tema:

    (PART 1/2)

    El odio, el rencor y la venganza no tienen como fin último cambiar los hechos. O, al menos, no deberían -por lo que tú mismo has comentado de ser incapaces de cambiar lo que ya ha sucedido-.

    Desde mi punto de vista, estas son formas que adoptan ciertos impulsos internos -que surgen espontáneamente en todo ser humano como respuesta a unos estímulos-, al interactuar con un entorno que ha fallado a nuestras expectativas y/o deseos.

    Dicho de otro modo: cuando la vida nos juega una mala pasada, esto provoca una incoherencia entre lo que creíamos merecer y lo que hemos recibido. El odio, el rencor y la venganza aparecen como opciones posibles para restaurar el equilibrio.


    Les emocions afloren com a estímuls perquè han acabat automatitzant-se, influïts per una manera de gestionar les emocions (o precisament per la manca d'una gestió pròpia). En altres paraules, l'espontanietat de les emocions és natural, i no hi veig el menor problema, una altra qüestió seria quines emocions, segons els nostres hàbits emocionals, han acabat sent automàtiques.

    Després: allò que creiem merèixer, així com les nostres expectatives i desitjos, potser estan tan viciats per determinats hàbits, com l'espontanietat amb que afloren determinades emocions.

    ...del mismo modo que podemos subsanar "errores en la percepción" como el comentado anteriormente mediante la búsqueda de la paz interior y el silenciamiento de nuestros impulsos instintivos más animales, podemos subsanarlos también mediante el uso y el abuso de tales impulsos hasta que, de puro agotamiento y catarsis, quedemos en paz con nosotros mismos.

    No estic d'acord en absolut amb el silenciament dels impulsos. Els impulsos simplement tenen l'origen en les emocions. A les emocions no se les ha de silenciar, això és reprimir-los. A les emocions (esdevinguen o no en impulsos), se les ha d'observar per tal de conèixer-les, i deixar que creuen la ment sense deixar rastre. Açò què significa? No significa que no hem d'alegrar-nos, ni excitar-nos, ni ficar-nos eufòrics, etc... no. El que significa és que no hem de perseguir l'emoció, perquè la naturalesa d'aquesta i de l'objecte que la causa és efímera, temporal, incontrolable. Es tracta d'entendre la naturalesa de les coses, l'essència, per tal de no esdevindre esclau de desitjos absurds, ànsies, capricis, etc.

    Partint d'aquesta base que explique, personalment, veig molt positiu aprofitar l'emoció que siga, qualsevol, sempre sense atorgar-li la qualitat de l'eternitat, ja que en realitat no la té cap objecte/subjecte.
    Omplir-nos d'alguna emoció excitant, per tal de quedar-nos rendits i "en pau" en un esgotament total després d'experimentar-les "a tope", per a mi és absurd. A banda que no li trobe fonament algun. L'únic que trobe que pot resultar d'un reforçament d'emocions excitadores, és més excitació (deixant de banda ara si és més negativa o menys, o gens). En qualsevol cas i, en darrera instància, per a acabar "en pau", la ment ha de recórrer al procés primigeni de comprensió dels fets i d'un mateix, i relaxar-se (i moltes més coses).

    No és la sobreexcitació, quan culmina, que s'aconsegueix la pau interior, sinó que quan aquesta troba l'esgotament (quan cessa), és quan pot donar pas al procés de relaxació i comprensió. Diguem-ne que, des de la meua perspectiva, si el que es busca és la calma interior, resulta una "pèrdua de temps" excitar-se per a després calmar-se.

    ResponderEliminar
  7. (PART 2/2)

    De esto que has escrito me viene a la mente una concepción del "ego" y las "emociones" con que no concuerdo. Me hace pensar que existe un "centro" (nosotros en paz, libres de todo conflicto) y luego ese "ego" y esas "emociones", como perros que debemos mantener atados. Yo, por mi parte, no conozco centro ninguno más que el Ginnungagap o vacío creativo, la sopera repleta de posibilidades infinitas, chisporroteantes, dispuesta a ser pero aún a la espera de finalmente hacerlo.
    Por ello, cada emoción, cada impulso, cada instinto, lo trato como un Yo interdependiente del resto que necesita tanta atención como los demás y no dejo, de ninguna manera, que un gobierno despótico decida qué está "bien" y qué está "mal".


    Sembla que continues percebent de les meues paraules, que em decante per una repressió de les emocions. A les emocions no se les nuga, sinó que se les deixa més lliures que mai. Nugar les emocions pot tenir conseqüències catastròfiques. Aquell que pense que s'han de reprimir que es prepare per a una existència dolorosa. Però també per a aquell que acabe sent titella de les emocions.

    En quan a l'ego, em referisc a la facilitat de veure'ns ferits en l'orgull, en la nostra persona, dignitat, etc. Una cosa és adonar-nos-en que ens trobem en una situació desagradable; i una altra ben distinta és deixar-nos dur per les emocions desagradables que se'n deriven de dita situació. En aquest cas, l'ego malcriat és un expert en fer-nos creure que tenim el deure de sentir-nos miserables, de sentir-nos ferits, i que l'orgull (obsessiu, s'entèn) és una eina perfecta per a salvaguardar-se.

    Per la meua banda, no cal ni dir que tampoc m'atrau la idea que algú (govern, individu, o ment corrompuda) decidisca per mi. "Bé" i "Mal" són paraules que per a mi, no tenen valor més enllà de qui les pronuncia.

    ¿Estás seguro de que este estado interno no se ve, a su vez, potenciado por elementos externos? ¿No podría suceder que, en caso de que las circunstancias y el entorno cambiaran, éste se viera alterado por ello?

    Per descomptat que sí, faltava més. Vaja, ho veig natural, normal. Quan ens trobem en una situació angoixosa, ens aborda un sentiment de malestar, no obstant, tenim la capacitat de no deixar-nos envair per la situació ni per les emocions que se'n deriven, tot i conservant la ment lúcida com per a emprendre les accions que resulten necessàries.
    Evidentment açò no és cosa de hui per a demà. No canviem de la nit al matí, i cal per a açò, desmantellar els mals hàbits i fer nàixer altres més "justos" (més adequats) d'acord amb la naturalesa de les coses.

    En definitiva, segons ho veig, es tracta de no deixar-se manipular per les emocions derivades de la mala comprensió de l'existència, perquè les coses van i venen, es transformen, ens transformem.
    Les coses que ens aporten benestar: viure-les intensament, aprofitar-les, abstraure'ns en elles. Les que ens donen sofriment: deixar-les passar sense que deixen rastre en nosaltres.
    Per als dos casos: no deixar que les emocions dominen la nostra ment, perquè quan se n'apoderen, automàticament atorguem a l'objecte causant el do de la immutabilitat. Per tant basem l'emoció en la mala interpretació de l'objecte, en la seua deformació, per tal d'ajustar-la al final, a les exigències de l'esmentat ego.

    ResponderEliminar